Casa Aljibe responde al silencio de lo ya existente. En la Ermita, Mérida, viejos muros, vigas expuestas y texturas que susurran historias encontraron nueva vida. El corazón late en la cocina, bajo una bóveda incompleta que deja pasar la luz. El aljibe se convierte en jacuzzi; el agua se desliza por canales que conectan el espacio. Materiales nobles —cedro, piedra, patina— dan forma a un refugio sensorial y honesto.